La cabeza del mazo suele tener forma cuadrada o rectangular con bordes redondeados para evitar dañar las superficies. Está disponible en diferentes pesos, que pueden oscilar entre 1 kg y 10 kg.
El mazo se utiliza principalmente para aplastar, romper o clavar materiales como hormigón, piedras, metal o madera. La gran longitud de su mango permite una gran fuerza de impacto y precisión durante su uso.
Para garantizar la seguridad del usuario, es importante llevar gafas protectoras y, si es necesario, protección para los oídos cuando se maneja un mazo. Además, el martillo debe revisarse periódicamente para comprobar que no esté dañado o desgastado, a fin de evitar accidentes.